Entre Bogotá y Soacha no hay frontera, es complicado reconocer en donde comienza y termina la capital, con Sibaté si hay una distancia, unos minutos de carretera y luego una laguna que le recuerda que está saliendo de la ciudad. El primer barrio que nos encontramos es el tradicional Pablo Neruda, construido por las luchas sociales, sinónimo de resistencia. Por esa razón es más que entendible que el municipio le rinda homenaje en su encuentro literario al Premio Nobel. 

La Fundación Cultural y Educativa GAZQUA (Barrio Pablo Neruda), llevará a cabo el segundo ‘Encuentro Ciclo de Poesía Independiente de Sibaté’. La cita es el próximo sábado a las 5:00 p.m. En la programación será muy importante escuchar las voces de escritores sibateños, se compartirá la publicación del fanzine, ‘Poemas sibateños’ y contarán con poetas reconocidos. 

La reunión literaria es el resultado de creadores independientes que buscan estimular la formación de un público lector y fortalecer sus voces. 

“Soy una escritora de dilataba trayectoria de Sibaté. Es importante que se gesten estos espacios para compartir con otros escritores del municipio y aledaños y con la comunidad porque nos permiten democratizar la difusión del conocimiento, concebir la literatura de forma abierta e incluyente y abrir el camino para una oleada de actividades intelectuales”, dijo Lucía Jiménez Guatibonza. 

De Lucía Jiménez Guatibonza compartimos unos micro cuentos de su autoría: 

ESPERAR

Toqué el timbre de su apartamento y mientras esperaba me observé con esperanza en el reflejo del vidrio, pensé una vez más en cómo le diría que estaba embarazada, qué reacción tomaría él, cuántas veces habíamos evadido formalizar la relación y ¿ahora esto?

Él abrió la puerta, había cierto baho en el aire, evocaba una noche de trago y bohemia. La parcería que habíamos construido hace años y que yo confundía con amor y estabilidad todo el tiempo, lo llevó a confesarme que había terminado la noche con un par de prostitutas en la cama y que no recordaba muy bien a qué hora se habían despedido, me las describió con detalle y me habló de las canciones que habían acompañado su noche, también me confesó que me recordó por qué había sonado una canción del Gran Combo que nos gustaba mucho.

Yo sólo escuché su narración en silencio, una vez más no habría charla de futuro, de presente, de estabilidad, del embarazo, de lo que él sentía por mí. Una vez más era mejor no preguntar y seguir rezando para que él cambiara, para que algún día viera la gran mujer que era, porque yo había sido paciente todos estos años, yo lo merecía y la recompensa llegaría, así como ocurre en los cuentos de hadas, en las novelas o en cualquier chick flick de Jennifer López. Sí, lo mejor era esperar que él cambiara.  

TODO EN ORDEN PRIMERO

La última llamada de esa noche avisaba que mi hijo había muerto, no entendí muy bien las causas del deceso, tampoco pude prestar mucha atención al paso a seguir que dijo la Trabajadora Social, sólo un zumbido retumbó en mi cabeza por los siguientes 5 minutos, ni siquiera noté cuando la señorita colgó. Cuando reaccioné sabía que tenía que llamar a la Universidad de la Sabana a cancelarle el semestre, llamar a Tigo para cancelar el plan del celular, ir a la Parroquia a cuadrar todo para el funeral, buscar los papeles de la tierrita familiar que teníamos en el cementerio, llamar a un amigo del colegio y a su mejor amiga de la universidad para avisarles y que ellos difundieran la terrible noticia y por supuesto enviar un mensaje en el grupo de Whatsapp familiar que habían creado desde la desaparición. Luego de todos los papeleos y los actos protocolarios y religiosos podría sentarme tranquila a llorar la muerte de mi hijo, así somos las madres: todo en orden, primero.

RECUERDOS

Le pregunté, pero ella no recordaba mayor cosa: la calle oscura y haber tenido el deseo profundo de llegar a casa pronto porque su madre la esperaba hace dos horas y la iba a regañar. No recordaba mayor cosa: el hombre que se acerca por detrás y le cubre la boca con las manos sucias. Llorando me decía que quisiera recordar, saber por qué le duele el cuerpo, porqué siente los ovarios molidos a palo, por qué tiene morados y rasguños y por qué recobró la consciencia en ese lote baldío, con el pantalón a la altura de las rodillas y un dolor que le quebraba el alma. En el fondo yo sólo pensé que en ocasiones es mejor no recordar mayor cosa.