En un mundo cada vez más digital, las redes sociales se han convertido en una parte integral de la vida de niños y jóvenes. Sin embargo, su uso plantea desafíos y preocupaciones significativas en términos de desarrollo, salud mental y seguridad. Múltiples estudios han arrojado diferentes líneas de ruta sobre estos aspectos, destacando la importancia de abordarlos de manera educativa.

En ‘Revista de la Mañana’ estuvo el especialista en psicología educativa, Luis Alberto Rengifo, refiriéndose a este tema.

Los procesos socioculturales han sido afectados por el desarrollo tecnológico en la vida de los jóvenes y niños en los últimos años, desencadenando una hilera de cuestionamientos en la formación educativa de los adultos a cargo de estos menores y la de ellos mismos. Rengifo destacó que “las redes sociales transformaron las dinámicas familiares y han generado una serie de condiciones en las relaciones (…) si no se manejan adecuadamente y no se regulan, se vuelven un problema grave”, aseguró el experto.

El COVID-19 intensificó la relación de los jóvenes y la tecnología, ya que el distanciamiento social promovió la herramienta de las redes sociales como principal medio de comunicación y entretenimiento. Un estudio publicado en el Journal of Medical Internet Research en 2020 destacó cómo la sobreexposición a las redes sociales durante el confinamiento exacerbó problemas de salud mental entre los jóvenes.

“La pandemia sí facilitó mucho que los niños tuvieran un mejor y un mayor acceso a la tecnología, sin embargo, tampoco hubo control por parte de los padres ya que ellos tenían que trabajar, así que los niños desarrollaron un problema, que es la falta de atención y de concentración, causando grandes problemas a medida del tiempo”, dijo Rengifo.

Además, recalcó que la transición abrupta de la tecnología podría causar situaciones de violencia en el hogar. Expertos advierten que retirar bruscamente a los niños de las redes sociales generaría conflictos y estrés, especialmente en momentos donde estas plataformas han servido como vías de comunicación y apoyo.
“Los estudios han evidenciado que realmente hay edades para que los niños tengan acceso a las redes sociales y a la tecnología. Se calcula más o menos que puede ser de los 12 años hacia adelante.

Comenzando con dos horas diarias (…) porque también se ha demostrado, que, a su vez, ese contacto con lo digital tiene un impacto negativo en el desarrollo neurológico, afectando los niveles de atención y de concentración en los niños”, recalcó el especialista.

Evidencia científica respalda la importancia de un contacto con el internet temprano que promueva el uso responsable de las redes sociales y el pensamiento crítico. Rengifo concluyó que las conversaciones abiertas entre padres e hijos sobre el manejo de ellas pueden ayudar a prevenir riesgos y promover un comportamiento digital saludable, además resaltó que debe ser un compromiso de todos los actores implicados: creadores de contenidos, adultos responsables y los menores que son los que están más inmersos en la tecnología.