Entre noviembre y diciembre es común ver los establecimientos comerciales abarrotados de ciudadanos adquiriendo los aguinaldos de Navidad o los outfits del 31, sin embargo, entre promociones, descuentos, 2 x 1, “lleve las últimas unidades”, y gangazos, las personas terminan obteniendo productos innecesarios que luego representan deudas no planeadas o iliquidez de sus finanzas, pero ¿Por qué se compra tanto en esta época?, la razón puede estar anclada a las emociones.

En LAUD 90.4 FM ESTÉREO, Gabriel Balaguera Rojas, subdirector Nacional del Campo de la Epistemología e Historia de la Psicología del Colegio Colombiano de Psicólogos - Colpsic, habló al respecto: “Nosotros compramos porque encontramos estímulos que prometen placer, aprobación social y pertenencia. Es la época donde muchos buscan ‘premiarse’ por los logros del año… y el mercado lo sabe. Pagar por algo que nos gusta genera un instante de euforia, por eso diciembre se convierte en un escenario perfecto para el consumo impulsivo”. 

Estas razones sumadas al pago de la prima y a la fiesta de Navidad donde se crea una especie de presión social, ya que el amor va ligado al tamaño del regalo, se convierten en el coctel ideal para gastar más de la cuenta, “muchos en el afán de demostrar su cariño con un detalle terminan acudiendo a la tarjeta de crédito sin analizar su capacidad de endeudamiento, pues solucionan momentáneamente la necesidad, pero luego es peor”.

Ante la inminente necesidad de adquirir bienes y servicios en esta temporada, el experto entregó varias recomendaciones para evitar lo innecesario:

•    Aplicar la regla de las 24 horas

Si una persona se enamora de un producto, la sugerencia es que no lo compre ahí mismo, sino esperar 24 horas después, muchas veces en ese tiempo reconsidera si es importante hacerla o si definitivamente no vale la pena.

•    Hacer una lista

Escribir lo que se necesita conseguir antes de salir de casa, es como tener un plan de acción o un mapa, que indica que se debe ceñir a esa lista y evitar echar al canasto algo que no está planeado.

•    Analizar la función de la compra

Responder las preguntas: ¿Qué emoción quiero obtener con la compra? ¿Necesito lo que deseo? Las respuestas de estas permiten verificar si realmente es urgente invertir en este o aquel producto, o si es simplemente por gusto sin tener ninguna función. Esto ayuda a ahorrar y a evitar el guayabo psicológico.  

•    Evitar gastos hormiga

Son aquellos que se realizan de cosas pequeñas, pero muy seguidas, que sumadas equivalen a un valor alto de dinero, ejemplo “un cafecito, un helado, un dulce”. Parece insignificantes, esto ocasiona un hueco en la economía personal.

•    Aplicar la regla 50 – 30 – 20

Consiste en distribuir la plata mensual, sea de ganancias o de sueldo en: 50 % en los compromisos fijos como el arriendo, los servicios, el mercado, etc. 30 % de reserva para las emergencias o ahorro. Y el 20 % para los regalos e inversiones de fin de año. 

En el caso de los hogares que tienen pagos fijos superiores al 50 %, se cambian los porcentajes según las obligaciones, sin embargo, es necesario siempre apartar capital para ahorrar, tanto para la reserva como para los gastos extras, así sea menos del 5 %. 

Finalmente, los expertos de Colpsic sugieren: “Hacer un presupuesto emocional y financiero implica algo más que sumar y restar: Es reconocer cuáles emociones hay detrás de cada compra. ¿Busca tranquilidad, reconocimiento, cariño, o simplemente llenar un vacío? Entender eso, cambia por completo la relación con el dinero. Gastar con intención no es ser tacaño: Es vivir con conciencia. La plata rinde más cuando se usa con propósito y no por impulso”.