Batier —sí, como Batman y Hércules juntos— presenta su nuevo álbum y revive el alma del rock nacional con un sonido renovado, una historia potente y una misión clara: dejar huella.

El rock colombiano tiene memoria, y esa memoria respira en personas como Edgardo Chávez Bautista, conocido como Batier. Un músico que lleva más de cinco décadas explorando las raíces del sonido nacional y que regresa a tarima con el álbum ‘Tiempo después’, una obra tejida entre anécdotas, disciplina y gratitud. "Yo pienso que con setenta años no tengo que quedarme mirando cómo hacen música los demás, sino estudiar, renovar y poner ese bagaje sonoro sobre la mesa", dice con firmeza.

Batier no nació en la escena musical capitalina, pero la transformó desde adentro. Llegó de Girardot, ‘la costa interior de Colombia´, con la firme decisión de tocar, componer y crecer. Empezó como recogecables, “lo que hoy llaman ‘roady’”, con la legendaria banda Génesis de Colombia. Cuando faltó un músico, lo invitaron a subirse al escenario. “Ahí comenzó todo. Yo ya tocaba y cantaba. Solo esperaba la oportunidad”.

Su nombre artístico nace de un juego de infancia que resume su identidad. “Primero me creí Hércules por un cuento de radio. Luego apareció Batman en la televisión, y ya era Bati-Hércules. Me quedó Batier”. Esa mezcla de fuerza y fantasía lo acompaña hasta hoy, y se siente en sus letras, su voz y su presencia escénica.

Este 2 de agosto, el escenario será Café Cinema, lugar que Batier sueña convertir en epicentro de una nueva escena cultural: “Quisiera que fuera un espacio de lectura, de maquillaje, de teatro. Un lugar donde vuelva a florecer la bohemia”. Allí presentará canciones nuevas, homenajes a Génesis y a León Gieco, y temas propios, una de ellas es ‘Como hojas secas’, escrita una madrugada mientras veía volar hojas por la calle y recordaba que “la hoja es como el espíritu del hombre, empujado por el viento, a veces pisado sin querer”.

Batier no solo canta: forma músicos. A raíz de un accidente en los 90 que casi le cuesta la mano, decidió volver a estudiar guitarra, armonía y blues. “No me dejo doblar”, cuenta. Así nació su nueva agrupación, conformada por varios músicos, con quienes rehízo el sonido de Génesis con arreglos del siglo XXI.

Para él, la música es entrega: “Si a mí me gusta lo que hago y lo hago con honestidad, se lo entrego al oído de la gente. Y si les gusta, la balanza está equilibrada. La alegría es igual y hermosa”. Por eso, este sábado, no solo será un concierto: será una ceremonia de memoria, renovación y arte.